La mujer hace la colada en la orilla, al cabo del sendero.
Ya no le queda nadie así que rara vez tienen ropa que lavar, pero es lo que ha
hecho siempre, es lo que se hace en el pueblo cada día a primera hora, cuando
el río desciende perezoso y el agua helada contribuye a que el ritmo de trabajo sea ágil. Después el sol lo secará todo con
sus rayos. Simplemente es así.
Oye pasos y un canturreo familiar, un leve crujido de ramas
y una melodía rota que sobrevuelan el murmullo del agua, y se vuelve. Es
Toribio. Este, cuando la reconoce, se queda mudo, se le cae el pitillo liado de
la boca entreabierta y da unos pasos hacia atrás, trastabilla y se abre la
cabeza contra una roca.
La mujer lo mira con curiosidad antes de volver a lo suyo. Porque
no era eso lo que pretendía. No albergaba ningún deseo de venganza. Tan solo
buscaba lo que le queda: la costumbre de lavar la ropa por la mañana, cuando el
río baja perezoso y helado, antes de que el sol comience a calentar.
Todas las especulaciones sobre Toribio las ambiento en la posguerra. Aunque cambiando sus nombres podrían ambientar un montón de posguerras. Con qué tranquilidad transcurre...como si ella en el fondo supiera que va a pasar.
ResponderEliminarCoincido con Montse, siento la posguerra de todas las guerras. Y la culpa que conlleva, y la soledad, y la vida que sigue, aparentemente, como si nada sucediera
ResponderEliminarImpresionante todo lo que da de sí este relato. Los sentimientos, muy vivos y coherentes; los hechos totalmente difuminados. Sea cual sea el motivo de la acción (yo no leo necesariamente posguerra), la mujer actúa como mujer, esperando recuperar la estabilidad, mientras que al hombre lo persiguen los demonios. No sé si era eso lo que querías transmitir, pero a mí me parece fenomenal lo que concentra el texto. Abrazos admirados.
ResponderEliminarSusana Camps
En mi percepción del relato, he visto a una mujer con heridas emocionales y a un hombre, posiblemente el causante de su sufrimiento, recibiendo su justo castigo.
ResponderEliminarQué bien relatado, la parsimonia sosegada de ella se palpa. Da igual lo que le ocurra a Toribio, ella sigue.
ResponderEliminarAbrazos
Yo, como Susana, he hecho varias lecturas. La primerita que ella está muerta y que Toribio cuando ve el fantasma lavando la ropa recibe una fuerte impresión. Luego ya, que ella diga que no deseaba venganza habla de amores desafortunados con Toribio. Las claves en el título "Y volver al río" y en :
ResponderEliminarTan solo buscaba lo que le queda: la costumbre de lavar la ropa por la mañana, cuando el río baja perezoso y helado, antes de que el sol comience a calentar.
Por cierto ese terminar con las frases de inicio le da un rún rún al texto, una sensación de bucle que redondea el final.
Esta, claro, es solo uno de los muchos puntos de fuga que apuntaba Susana.
Muxuk
Me gustó mucho, de principio a fin. El paisaje se muestra fácilmente y la interacción entre ellos me hizo sonreír primero, aunque después me robó una mueca triste por nuestras campesinas sin justicia, apenas y venganza.
ResponderEliminar¿No dicen que Dios castiga sin palos ni piedras? Ella no albergaba ningún deseo de venganza pero por algo se supone que sí debería, y que le fue bien merecido. Me gusta la idea del fantasma que apunta Rosana, y el bucle que se crea.
ResponderEliminarAbrazos