18 junio 2009

Apunten, fuego

Desde el bar donde tomábamos café pudimos oír el chirrido de los frenos, vimos al autobús dar bandazos de derecha a izquierda e irse al final contra la gente que esperaba en la marquesina, arrollándolos. El chico que había en la barra junto a mí se levantó de un salto del taburete y, por primera vez, vi que llevaba colgada del cuello una cámara de fotos. Apuntó y disparó sobre el amasijo de hierros en que se había convertido el frontal del autobús, apuntó y disparó sobre los cuerpos desparramados por el suelo, tiñendo el asfalto de negro sangre; apuntó y disparó sobre los gritos de dolor. Sólo después de apuntar y disparar sobre todo lo que creyó conveniente sacó un móvil de su bolsillo, supongo que para llamar a emergencias. No pude soportar más el espectáculo y, tras dejar el importe del café sobre la barra, me fui.

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