¿Habéis visto el tamaño de las raciones en El Bulli, Arzak,
Mugaritz o tantos otros? ¿Es que no tienen vergüenza? ¿Es que no saben llenar
un poco el plato? Mira, que yo por menos de un buen cocido o una tortilla de
patata, ni me siento a la mesa.
¿Y las canciones pop-rock, incluso los temas de jazz de
Duke Ellington? ¿Qué pretenden con esos temitas de cuatro minutos, que cuando
uno ha comenzado a llevar el ritmo con el pie ya se han acabado? Donde esté una
buena ópera de Puccini, o de Verdi, o de Wagner, por dios qué deleite y qué
entrada más bien amortizada.
¿O esa porquería de carreras de cien metros, que uno se pasa
todo el día esperándolas y un minuto antes te entran ganas de ir al baño y para
cuando vuelves el negrazo de Usain Bolt ya se ha duchado y todo, después de batir
otro récord mundial? Mucho mejor una buena maratón que uno hasta se lee el
periódico entero mientras, de reojo, disfruta del padecimiento de los atletas…
¡Qué decepción La Gioconda (confiesa), tan chiquitita, que
si uno no se acerca bien ni la sonrisa ni nada se aprecia, comparada con la
grandiosidad del Gernika que uno no habla de si le ha gustado sino de cuánto ha
tardado en verlo entero!
¿Y la birria esa de Freaks, que por hacerla corta hasta
utilizaron actores a los que les faltaban miembros, altura y buenas dosis de
normalidad, cuando uno puede realizar un drama memorable ambientado en la
Guerra Civil americana de tres horas como “Lo que el viento se llevó”?
¿Y los argumentos para menospreciar un cuento breve o
brevísimo? Esos sí que son pequeños. “Es que es tan corto…” Estírate un poco,
hombre, que nunca he leído una crítica de “Crimen y castigo” que dijera: “me ha
encantado; ¡es tan larga!”
Muy bueno, Jesús. Mucho humor es lo que hace falta. Si seguimos defendiendo que el relato no tiene extensión "per se", algún día lograremos, simplemente, que muchos críticos, escritores y lectores se lo planteen. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno Jesús.
ResponderEliminarY es que la extensión no es lo que hace bueno a un texto.Igual que se escriben novelas mediocres, pasa con los microrrelatos, la poesía y cualquier género que estudiemos.
Un saludo indio
Una buena dosis de ironía puede ser la mejor manera de dejar evidencia la falta de argumentos.
ResponderEliminarSaludos.
Me hahehco reír y me ha parecido un amanera muy fina, sutil e irónica de abordar el tema.
ResponderEliminarUn pataleo solidario
Para cuando una novela ;) ?
Muxuk!
Una reflexión muy acertada, Jesus. No se puede desprestigiar un género sólo por el criterio de peso o extensión. No creo que se trate de quien la tiene más larga. Gracias por tu análisis.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues para ser un breve pataleo es demasiado largo...es broma. Me he reído mucho leyéndolo. Creo que al Bulli y estos sitios hay que ir sin hambre, solo a probar, a experimentar. Sobre el jazz...yo es que prefiero el soul y el resto no me veo con fuerzas para dar mi humilde opinión. Pero me ha gustado.
ResponderEliminarJajaja, ¡sí claro! un crítico así es un burro hablando de orejas. Muy bueno, saludos.
ResponderEliminarPues están muy bien estas comparaciones. Además demuestran que cada cosa tiene su público, para qué mezclar.
ResponderEliminarAbrazos desconectados (google acaba de invalidar mi cuenta, ergo mi blog).
Perdón, el comentario anterior debería llevar firma: SUsana Camps. Saludos.
ResponderEliminarBlogger anda un poco loco, Susana. Creo que, tan racional él, no ha podido asimilar el poder de la entrada que Valls ha dedicado a Ángel Zapata. A mí me da problemas de certificados cada vez que voy de visita, qué hubiera sido de la familia Zapatilla con tanta traba.
ResponderEliminarBesos
Buena reducción al absurdo, Jesus. Qué duda cabe de que hay que apostar siempre por la calidad y no por la cantidad.
ResponderEliminarAbrazos
Estoy totalmente de acuerdo contigo, de hecho, cuando comento a la gente q escribes micros, siempre hay una exclamación de a bueno, yo pensaba... lo cual me da mucha rabia. Como yo les suelo decir, lo importante es la calidad y no la cantidad. Muxuk
ResponderEliminar"Exquisito pero escasito", ahí está la clave.
ResponderEliminarQué cosas!! Por supuesto que el tamaño importa, un micro gigante perdería toda su esencia. Cierto es que a veces el que lee prefiere que se lo den todo digerido, pero donde esté el placer de diseccionar cada palabra en busca de todo su valor, que se quiten las digestiones previas.
ResponderEliminarMe alegro de haber venido.
Saludos,
Paloma,
http://unlibroesunjardndebolsillo.blogspot.com
Jajaj, Jesus llego tarde a la entrada desde nuestra conversación del Facebook, pero me ha encantado y mira que es más larga que un micro... te la he leído entera por ser tú (juas!).
ResponderEliminarBueno, oye, vale de bromas ¿y tú cuándo te piensas poner a escribir en serio? Una novelita o algo, estírate un poco ;-)
(besos pequeños y cortos, sin empachar, vaya)
Muy interesante... mas amigo en lugar de negrazo apodo de origen ofensivo pudiera ponerse hombrazo que no hay duda es lo que es el jamaicano un hombre de talla extra.
ResponderEliminarSubo el comentario que me hace Hugo al que mi blog da algún problema últimamente. Para que lo disfrutéis.
ResponderEliminarTiras con sal gorda que es la munición ideal cuando se ha de patalear y abrirle de orejas a quién se le patalea.
Ahora bien, pienso que no estaría de más volver la vista al patio y traspatio de nuestra casa, donde hay excesos de todo tipo y carencias que no le van a la saga.
En el microrrelato no todo vale, la lamentable selección de micros del no menos lamentable El País Semanal de este verano es una muestra.
Así como se conviene que el microrrelato no es prosa poética, tampoco es el chiste más o menos ingenioso o el engaño de creer que lo ingenioso tiene que ver con la literatura, que es con lo que tiene que ver el microrrelato, pienso. Por otra parte, la paradoja está bien como recurso, pero ya cansa, harta y empacha tanta y tanta búsqueda de paradojas, el día menos pensado en lugar de setas encontraré paradojas en el bosque. Sí y lo digo porque alguna autora de relumbrón ya empacha con el primer micro de su último libro.
Pienso que ya vale de tanto protagonismo de autor (cuando en algún comentario leo ¡Genio! ¡Crak! me parece que lo que ha fracasado es el texto). El autor ha de ser como decía Flaubert, “Como Dios, estar en todas partes pero invisible y que nadie sienta su presencia”. La única protagonista de un micro ha de ser la historia que se cuenta, es decir el texto ha de aguantar la historia y por lo único que ha de velar su autor es por su na-rra-ti-vi-dad y poco más, quién pretenda encontrar vida más allá de eso que se ponga en contacto con Ruiz Zafón que de eso sabe mucho.
Y para acabar, el domingo pasado Iñigo Martínez , alguien que a ti te sonará porque se que tienes cuarto y mitad de corazón en la Real Sociedasss, hizo un gol desde 55 metros –desde su propio campo, vamos-. Demostró que con bien poco se puede hacer algo extraordinario. En el momento de chutar Iñigo Martínez, dejo de ser él, para convertirse en un balón que transformó el espacio y el tiempo, lo convirtió en obra plástica fugaz y en expectativa resuelta. Ese gol no le sirvió para ganar el encuentro, sino para perder con dignidad. Todo un ejemplo, digo abundando en los ejemplos que dabas,
¡Ah y Crimen y Castigo fue un folletín que el “Dosto” publicó en El Noticiero Ruso a través de unas quince entregas –o por ahí- y que luego se convirtió en libro.
Nos seguimos leyendo,
Salut,
hugo
Palabra con trampa, me llamas la atención sobre el uso que hago de la palabra "negrazo" y no me queda más remedio que darte la razón. Mi intención era hablar de un velocista de raza negra y proporciones excepcionales y, claro, "hombrazo" habría sido una estupenda elección, no así "negrazo" porque, a tu entender, tiene un carácter despectivo. Así que para que ambos quedemos satisfechos y en aras de la precisión te propongo cambiar "negrazo" por "ese pedazo de hombre nacido en Jamaica a ritmo de reggae cuyo color de piel se debe a los esclavos que los británicos llevaron de África entre los siglos XVII y XIX para la producción de caña de azúcar".
ResponderEliminarReconozco que el cambio acabará con mi, ya de por sí escaso, prestigio como escritor de microrrelatos, pero todo sería poco con tal de que sus oídos tan políticamente correctos en ningún momento sean maltratados.