Todos en casa se alegran de que me hayan seleccionado.
Bueno, no sé mamá porque siempre llora, esté triste o contenta. Y siempre se
lleva a los labios el crucifijo que le cuelga del cuello y murmura para sí
misma palabras ininteligibles. Así que la beso, me despido de los demás y camino hasta la casa donde me reúno con los
otros once elegidos. Nos sentamos
a la mesa y esperamos la llegada de Él.
Frugal. Algo de pan y un poco de vino. Cuando acabamos de
comer y beber nos colocamos alrededor del cuello las sogas que, como
aureolas, coronaban durante la cena nuestras cabezas.
Acabo de leerte y no sé muy bien si se trata de una versión de la última cena (claro que sí). Pero me ha llamado la atención cómo el personaje se resigna, cómo todos se alegran del sacrificio, el tono -ligeramente infantil por lo sencillo- con el que describe a su madre. Y la madre, pobre, que suponemos que se apena a pesar del honor que parece suponer la entrega de ese hijo a ese fin religioso... No me gusta hacer comentarios más largos que el propio micro, Jesus, me gustó esa otra mirada. Besos
ResponderEliminarYo aquí incluiría una ilustración de la versión japonesa de esa cena. Me hizo pensar en esas quedadas para suicidios colectivos ese juego de sogas ejerciendo de aureolas.
ResponderEliminarMe encoanta, Jesús. Una historia iconoclasta contenida. Muchas veces no nosdamos cuenta de la gran riqueza simbókica del contexto cultural en el que vivimos y sus posiblidades críticas. Enhorabuena.
ResponderEliminarTiempo sin pasar por aquí. Qué bueno que el reencuentro me haya dado esta historia tan sutil y crítica a la vez. Felicitaciones, Jesús.
ResponderEliminarUn ejercicio muy interesante, Jesus. Nos cuentas una historia que remite sus ecos a otra, jugando con la materia prima del recuerdo y la ambiguedad. Avanzamos al mismo tiempo que retrocedemos, nos aguarda un desenlace nuevo que ya conocemos, y aún así nos parece de nuevo totalmente inesperado.
ResponderEliminarUn micro, pero dos historias, dos realidades y dos planos narrativos distintos. Todo en uno. A la manera de "Tilde", pero a su vez diferente. Además en esta pieza nos permites ver tu proceso de creación, como si en realidad la historia fuera transparente.
Me parece un micro excelente, de vanguardia, con muchas esquinas. Poliédrico. Exquisito.
Abrazos.
Me aprece hipercrítico de una manera genial y has conseguido que piense en esas sectas en las que los acólitos se suicidan en nombre de su fe. Como dice Agus tiene muchos planos y muchas lecturas, pero con la que yo me quedo es con la crítica, respecto al fenómeno religioso en general(ya sabes la cabra tira al monte).
ResponderEliminarMuxuk
Una imagen final impagable, aunque todo el micro lo es. Deja un amargo sabor de boca, como si la cena llevara cianuro además de pan y vino.
ResponderEliminarUn abrazo
Mejor que no te elijan para ciertas cosas, por mucha aureola en la cabeza, por muchas promesas de vida eterna, por mucho que te digan que serás un mártir inolvidable e importante para la Historia.
ResponderEliminarUn relato con llaga en el costado. Bueno, un poco más arriba, justo en el corazón.
Abrazos, mil.
Al empezar la lectura no pensaba que fuera a discurrir el micro por donde ha terminado. Me parece una excelente crítica de las pasiones religiosas.
ResponderEliminarEl final es duro, pero el micro muy bueno.
Una lástima que en esta cena, precisamente, el tal Josuah no ofreciese unos de sus habituales trucos de prestidigitación multiplicadora. De chico solía hacerlos. Le hubiese dado mayor color a tu excelente texto.
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