Las
mujeres de los pescadores se sientan en el muelle, al borde del agua,
y reparan los agujeros de las redes de sus maridos para que, al
atardecer, puedan salir de nuevo a faenar y haya comida un día más
sobre la mesa. En ciertas intersecciones, cuidadosamente elegidas,
sustituyen el cáñamo por algunos de sus propios cabellos que se
arrancan de un tirón seco mientras entonan melodías tristes y
oscuras. Con esta sencilla ceremonia protegen a los hombres del
embrujo al lograr que las sirenas que quedan atrapadas en la red,
junto a centenares de sardinas, mueran decapitadas.
oohhhhh, preciosos relato Jesús, por casualidad acabo en esta tu casa y por aquí me quedo invitado quedas al m´ñio y nos leemos. Que bonito y emocional relato.
ResponderEliminarAbrazos y feliz 2014
Tiene algo de Ana Mª Shua este micro ¿no te parece?. Será por las sirenas.
ResponderEliminarUn saludo
Precioso.
ResponderEliminarMe puedo imaginar los pechos de las sirenas erguidos, el cabello largo, las escamas de multicolores, su canto en una isla, muy contentas, nunca las figuro decapitadas...me encanta el detalle que una mujer enamorada tenga el cuidado a su hombre...saludos
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