La pequeña se nos extremó el sábado.
Era algo que temíamos que ocurriera desde hacía tiempo pero, pese a todo, nos cogió de sorpresa. El alarido de la peque nos hizo dar un respingo, crucé con Carla una mirada rápida de reproche y salimos corriendo hacia el salón, mi mente galopaba a toda velocidad, casi deseaba que sólo se hubiera hecho daño, que el sillón le hubiera mordido la manita que ella acostumbraba a tener metida entre los cojines. Aunque en realidad sabía lo que ocurría.
La peque gritaba, un grito agudo, desmesurado, sostenido, y se tiraba de los pelos. Marga la abrazó, yo apagué el televisor sin entender cómo habría descifrado el código de encendido y me quedé mirándolas a las dos con una descorazonadora sensación de deja vu. Después descolgué el teléfono y llamé al correccional para que vinieran a buscarla mientras aguantaba la mirada a Carla, pidiéndole perdón.
Por las noches, Carla se despierta y se incorpora en la cama. Le pido que esté tranquila, que piense que la peque no está sola, que pedí que la pusieran con sus dos hermanas y ellas cuidarían de ella. Y le digo también que si quiere podemos volver a intentarlo, pero ella se acuesta de nuevo y me da la espalda.
Era algo que temíamos que ocurriera desde hacía tiempo pero, pese a todo, nos cogió de sorpresa. El alarido de la peque nos hizo dar un respingo, crucé con Carla una mirada rápida de reproche y salimos corriendo hacia el salón, mi mente galopaba a toda velocidad, casi deseaba que sólo se hubiera hecho daño, que el sillón le hubiera mordido la manita que ella acostumbraba a tener metida entre los cojines. Aunque en realidad sabía lo que ocurría.
La peque gritaba, un grito agudo, desmesurado, sostenido, y se tiraba de los pelos. Marga la abrazó, yo apagué el televisor sin entender cómo habría descifrado el código de encendido y me quedé mirándolas a las dos con una descorazonadora sensación de deja vu. Después descolgué el teléfono y llamé al correccional para que vinieran a buscarla mientras aguantaba la mirada a Carla, pidiéndole perdón.
Por las noches, Carla se despierta y se incorpora en la cama. Le pido que esté tranquila, que piense que la peque no está sola, que pedí que la pusieran con sus dos hermanas y ellas cuidarían de ella. Y le digo también que si quiere podemos volver a intentarlo, pero ella se acuesta de nuevo y me da la espalda.
No estoy muy segura de si tomarlo como un micro de miedo o sencillamente de humor negro..., aunque creo que contiene elementos de lo segundo a modo de parodia. Ese "deja vu" podría haber servido perfectamente para titularlo.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Tienes toda la razón, Gemma. Como ves, te tomo la palabra. En cuanto a cómo tomártelo, tú misma, sírvete. Tiene un poco de ambas cosas.
ResponderEliminarGracias.
La primera parte, ágil y muy veloz, es inquietante y la segunda muy divertida. El cóctel funciona, porque hay humor negro, ternura, crítica, caricatura y misterio. Creo que la sensación, como apuntó Gemma, es extraña, uno no sabe casi como reaccionar, pero me parece que esa es la grandeza de esta historia, donde se esconde la miga.
ResponderEliminarAbrazos.
"La pequeña se nos extremó el sábado". Esa entrada nos señala el camino de un microrrelato que discurre entre el miedo al daño que puede causar la televisión suavizado por unas gotas de humor.
ResponderEliminarMe gustó la peque.
Abrazos extremos.
Pues a mí también me pasa como a Gemma, me deja una sensación extraña, lo que no quiere decir que no me haya gustado, lo he leído unas cuantas veces y cada vez me gusta más.
ResponderEliminarAbrazos.
Hay que poner códigos seguros en las televisiones, si no, los menores pueden tomar modelos que no les convienen en absoluto, como en este caso. Me quedo con el humor negro. Voy a enseñarlo por la tele, a ver que opinan. Un abrazo.
ResponderEliminarQué buena técnica, Jesus. La frase de inicio ya atrapa, luego vas descendiendo rápidamente por el nudo de la historia y ese pánico bilateral, el que muestra la niña, origen del que posteriormente demuestran los padres. Cuando tienes al lector perfectamente colocado, esperándose lo peor, esa tragedia infantil que nos golpee, nos asaltas con ese humor negro de ácida crítica a la televisión que se nos brinda hoy, muy bueno. Abrazos rendidos.
ResponderEliminarMuy buena la tensión generada. El final da escalofríos
ResponderEliminarYo ya había oído que creaba monstruos. Sí.
ResponderEliminarBuen relato.
Lo que más me gustó es la agilidad narrativa del texto.
ResponderEliminarCreo, una de tus mayores virtudes como microrrelatista.
Me ha encantado, con ya han dicho antes, desde la primera frase enganchas. Lo he leído varias veces, me encanta como describes la situación, ya me imaginaba a la pobre niña medio desgraciada, cuando me sorprendes con ese final, que aunque con su ironía es terrible. Buenísimo. Muxuk.
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