26 mayo 2011

De palabra

Y ¿cómo me niego, cariño?
Se me presenta en la puerta con su bastón, el bolso enlazado en el brazo izquierdo y las llaves de casa tintineando. ¿Qué podía decirle?
Sólo me pedía que le recogiera el correo y bajara dos o tres veces por semana para regar las plantas y dar de comer al gato. Claro, lo otro no me lo dijo, no, de aquello ni media palabra. Sí, ya sé que a ti te dan alergia los gatos, que no piensas entrar en ese piso, que es cosa mía. ¿Cómo iba a sospechar que en el cuartito del fondo tenía a dos niños enjaulados? ¿Cómo imaginar que la maldita bruja me iba a dejar un cartel en el que me pide, por favor, que las dos criaturitas no dejen de engordar?

8 comentarios:

  1. Hay cosas que se esconden para no asustar, jajaja

    Un saludo indio

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  2. Y cualquiera le niega nada a la maldita bruja. Hansel y Gretel por encargo.
    Un abrazo

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  3. Hay vecina que aunque parezcan arpías, en realidad son unas brujas ;)

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  4. ¡Uff, qué miedo! Me estoy planteando seriamente no regar las plantas de mi vecina...

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  5. Vaya con la vecina, se le quita a uno las ganas de ayudar...Aunque pensándolo bien, así ayudaría a esos pobres niños. Muxuk

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  6. Muy buena revisión del cuento, Jesus. En las ciudades hay muchos Hansel y Gretel enjaulados, sin que los saquen a jugar al parque...
    Besos

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