Este gordo ocupa mucho lugar y éste y éste también, y el abuelo arroja por los aires “Crimen y castigo”, “La Regenta” y la biblia que adoraba la abuela. Yo no le llevo nunca la contraria al abuelo y me uno a él, “¿te ayudo, abuelo?” y comienzo a vaciar la biblioteca, a lanzar libros por los aires. El abuelo sonríe satisfecho cuando cree que hay espacio suficiente y me hace un gesto para que le ayude a colocarlo. Después nos sentamos en el sillón y nos quedamos mirándolo. Le digo, como un cencerro, abuelo, pero él me mira tranquilo.
Muy buen (y misterioso) intento, Jesus. Yo, al final, no llegué a tiempo. A ver si hay suerte esta semana con el toca cojas de las narices...
ResponderEliminarPor cierto, sales citado en la Inter, ¿lo sabías?
Un abrazo.
No salió nada con toca jotas, la frasecita es de lo menos inspiradora.
ResponderEliminarSí, Víctor, he visto que Esteban me citaba. Gracias.
Apuesto a que ha colocado un dálmata de porcelana... Encantado de leerte, Jesús.
ResponderEliminarJesus, seguro que me equivoco, pero me he imaginado que colocaban el ataúd de la abuela. Aunque supongo que eso es lo de menos, me gusta la creación de expectativas que este texto crea en el lector.
ResponderEliminarAbrazos.
Diría que al abuelo no le importa mucho que falte la abuela; pero como dices, Agus, lo que coloquen es lo de menos.
ResponderEliminar¿Poco inspirador toca jotas? No sé por qué lo dices :D
ResponderEliminarYo me he imaginado algo al estilo de Agus, pero creo que lo importante es la relación entre abuelo e hijo...
Buen micro Jesús, donde el final queda abierto, ¿qué habrán colocado?
ResponderEliminarUn saludo indio
Han colocado una tele, me temo.
ResponderEliminarMuy buen micro, perfectamente contada ese excelente relación entre abuelo y nieto. He intentado imaginarme qué será lo colocado, porque aunque tal vez no tenga importancia, es lo que se le queda a uno repiqueteando en la cabeza tras la lectura. Tiene que ser algo que solo la muerte de la abuela permitiera, ya que seguro que todos esos libros que ha tirado, le pertenecían a ella. También pensé que para estar como un cencerro, tal vez pusiera una vaca!!! Abrazos
ResponderEliminarYo creo que al abuelo lo que le gustaba era sacar todos esos libros que hacía años que le venían sobrando, y la ayuda de su nieto y su complicidad hacen de este micro un retrato nostálgico.
ResponderEliminarUn abrazo Jesus
La verdad es que tampoco yo tengo muy claro qué es lo que coloca el abuelo. Hace unos días me acordé del desmantelamiento de las habitaciones que realizó mi madre según mis hermanos y yo íbamos saliendo de su casa. Yo le tomaba el pelo diciéndole "cómo te aseguras de que no volvamos eh". Se reía la mujer.
ResponderEliminarTira los libros gordos para colocar un micro, está claro: El abuelo es microrrelatista.
ResponderEliminarLo que pone es lo de menos, lo mejor es la paz del abuelo, su tranquilidad después de esa batalla contra los gordos.
ResponderEliminarMe gustó, sí señor, aunque el otro intento es sublime.
Abrazos.
Echar por la ventana libros de esa envergadura, es toda una hazaña. El final, a la imaginación de cada uno.
ResponderEliminarMe gustó. Como siempre.
Abrazos gordos.
Creo que hay una historia larguísima entre la excitación final del nieto y la tranquilidad del desahogo que se ha producido en el abuelo. La historia de la vida de cada uno. Supongo que, al final, el abuelo toma aire para decir algo, pero no dice nada. Ya llegará. Igual has hecho tú, Jesus. Qué bueno.
ResponderEliminarAbrazo conmovido. Y abraza esta noche a tus colegas de mi parte.
De tu parte, Gabriel. No te pondré en el compromiso de repartir abrazos de mi parte por Madrid porque no acabarías nunca. Espero que lo paséis de cine.
ResponderEliminarAbrazos.
Yo creo que lo que el abuelo ha colocado ahí es un Imaginarium de espectro variable, cuya apariencia varía en función de quién lo esté mirando. En mi caso, coincido con Manu, estoy viendo un microrrelato titulado Guerra y Paz.
ResponderEliminarVaya, parece ser que ha desaparecido mi comentario, decía que lo que el abuelo ha colocado en el estante es un imaginarium de espectro variable, el cual adopta apariencias distintas, a gusto del lector. Yo lo que veo es un microrrelato, titulado Guerra y paz.
ResponderEliminarSaludos.
Es que nos están obligando meter los libros en la nevera, debajo de la cama, colgarlos como guirnaldas de las ventanas. O como le pasó a Augusto Monterroso que se tuvo que comprarse una mansión... y dejar el pisito. Efectivamente, la pasión por los libros lleva quemarlos o a amontonarlos. Un abrazo, Jesús.
ResponderEliminarA mí no me disgusta el libro electrónico, Juan, creo que ofrece grandes ventajas, pero ¿te imaginas una biblioteca formada por un libro electrónico y un par de tarjetas SD al lado? Da escalofríos.
ResponderEliminarMe gusta la complicidad entre el abuelo y el nieto. Aunque no tenga importancia, no puedo evitar pensar para qué quiere ese hueco. Personalmente, me da pena la abuela, seguro que han retirado todas sus cosas y no quedará huella de su estancia en la casa. Muxuk
ResponderEliminarGracias a todos por la visita y los comentarios. No estoy muy activo últimamente. Intentaré solucionarlo.
ResponderEliminarAbrazos.