Una
tarde llegaron en bandada y se posaron sobre los cables eléctricos
que unen las farolas del depósito de coches. Cada tarde desde hace
semanas.
Los
primeros días mantuve mi rutina como si no estuvieran. Me sentía
observado aunque, si he de ser sincero, no era fácil estar seguro de
hacia dónde dirigían sus miradas. La negrura de sus cuerpos
difuminaba sus rasgos y tan sólo cuando conseguía verlos de perfil
podía intentar adivinar qué era lo que atraía su atención. No
encontraba explicación racional a su presencia en el depósito y sus
intenciones eran igualmente impenetrables. Mi única certeza era que,
fueran lo que fueran, no los veía nadie más que yo. Ni mis
compañeros, que me escucharon incrédulos, ni los gruístas que
venían de vez en cuando a traer o llevarse algún coche habían
visto nada como lo que yo les describía.
No
tardé mucho en dejar de hacer las rondas. Comenzó a invadirme una
oscuridad como la que ellos traían consigo cada tarde. Me quedaba
mirándolos desde la ventana en un estado melancólico que se había
adueñado de cada uno de mis movimientos. Y los observaba como si
fueran lo único que existiera, sin poder evitarlo.
Anochece
y con el anochecer desaparecen. Y la negrura se va con ellos. Hoy,
sin embargo, hay algo diferente. Da la sensación de que algo se ha
quedado en el depósito. La luz de las farolas, que acaban de
encenderse, es tenue y está orientada hacia el suelo lo que deja en
penumbra los cables y, delante de la garita, a veces, sólo a veces,
según el ángulo desde el que miro, tengo la horrible sensación de
que uno de ellos se ha quedado conmigo.
Si uno se ha quedado, pero creo que está dentro, dentro del protagonista. Se coló.
ResponderEliminarMi pregunta es: ¿para qué o quién siguen volviendo cada tarde?, ¿por que buscan "conquistar" el ánimo de otra víctima?
Da un poquillo de miedo
Verdaderamente nos aparece un personaje a merced de lo que sea sin sorprendernos si se lo desayuna un cocodrilo o enloquece por lo que sea.
ResponderEliminarJesús, aparte de lo que nos cuentas, que da miedo, a mí la historia oculta me lleva precisamente a la aniquilación paulatina, casi silenciosa, del individuo por las fuerzas oscuras del poder. Muchos no los ven, como en tu cuento, pero otros ya sienten su presencia.
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