En el metro, el músico canta.
Pero antes, sólo unos minutos antes, un árabe, ¿iraquí quizá?, se mete el dedo en la nariz con fruición, inicia una prospección que finaliza con el índice manchado de un líquido espeso, negruzco. Echa la cabeza hacia atrás y, de la nariz, comienza a brotarle petróleo como de un surtidor, casi a medio metro de altura.
Automáticamente se forma un perímetro en torno a él, pese a nuestras diferencias de toda índole todos coincidimos en no querer mancharnos. Sólo dos jóvenes de cuerpos grandes y voces rotundas, fácilmente de Wisconsin, parecen saber qué hacer. Y así, taponan las narices del árabe con unas bolitas de papel y lo llevan hacia la puerta cogiéndolo de un brazo cada uno. Bajan en la primera parada y están a punto de caer al tropezar con un músico ambulante que entra corriendo en el vagón, un músico que saluda “un poco de música para ustedes” y comienzan a sonar unos acordes familiares que devuelven la calma al vagón.
¿Qué decía? Ah sí, como os contaba, el músico canta.
♫Guantanamera♫
Pero antes, sólo unos minutos antes, un árabe, ¿iraquí quizá?, se mete el dedo en la nariz con fruición, inicia una prospección que finaliza con el índice manchado de un líquido espeso, negruzco. Echa la cabeza hacia atrás y, de la nariz, comienza a brotarle petróleo como de un surtidor, casi a medio metro de altura.
Automáticamente se forma un perímetro en torno a él, pese a nuestras diferencias de toda índole todos coincidimos en no querer mancharnos. Sólo dos jóvenes de cuerpos grandes y voces rotundas, fácilmente de Wisconsin, parecen saber qué hacer. Y así, taponan las narices del árabe con unas bolitas de papel y lo llevan hacia la puerta cogiéndolo de un brazo cada uno. Bajan en la primera parada y están a punto de caer al tropezar con un músico ambulante que entra corriendo en el vagón, un músico que saluda “un poco de música para ustedes” y comienzan a sonar unos acordes familiares que devuelven la calma al vagón.
¿Qué decía? Ah sí, como os contaba, el músico canta.
♫Guantanamera♫
Guajira, Guantanamera...
ResponderEliminarLo que puede dar de sí esa cancioncita.
Una imagen del metro que difícilmente olvidaré.
Un abrazo
Hombre, he visto la prospección árabe algunas veces en el metro, pero nunca se me ocurrió que pudiera ser tan productiva, ja ja...
ResponderEliminarSaludos
Voy a estar atento a ver si me llevo un pozo de estos yo también...
ResponderEliminarMe gusta el ritmo de la narración.
Un saludo
Otra historia del metro. Se huele la serie, se huele. Pero no con la nariz del iraquí.
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ
Me gusta mucho este micro, Jesus. Me parece una especie de collage, por donde desfilan personajes que al final se convierten en símbolos. A pesar de tus esfuerzos por desdramatizar la historia y por el tono muy cercano a la caricatura. Logras precisamente poniendo palos en tus propias ruedas, que estas caricaturas adquieran, después de la sonrisa, una fuerza inusitada. Y de paso nos recuerdas que no hace falta viajar hasta Guantánamo, que existen otros Guantánamos diarios más cercanos. Aunque no los queramos ver y nos distraigamos con la canción.
ResponderEliminarAbrazos.
Yo veo por todas partes símbolos, como comenta Agus, veo una crítica muy fuerte y bien argumentada; y curiosamente, veo el metro, oigo la canción y el músico, el que va a devolver la calma al vagón (qué bien) pero que también está ayudando a que la gente olvide que alguien ha sido ¿secuestrado?. No puedo evitar preguntarme: ¿su presencia es casual y pasaba por allí o está comprado por los de Wisconsin para que los que viajan olviden?
ResponderEliminarHoy tengo el día no sé...y me quedo con la segunda opción. Qué pena.
Un saludo.
Es una retrato a modo de crónica de la sociedad actual, vista por un ojo crítico que no moraliza. Todo esto hecho utilizando el realismo mágico. Lo suficientemente explicito y lo suficientemente sutil, creo que por eso me ha gustado bastante.
ResponderEliminarAbrazos.
Un retrato, perdón.
ResponderEliminarY no dije nada del título, Casualidades, que no es ninguna casualidad, como no hay nada casual en el micro, tampoco en la realidad que refleja, aunque nos hagan creer que sí. Genial.
Un microrrelato cargado de significados magníficos, de símbolos. Partes de una imagen, de una anécdota como es hurgarse en la nariz "para buscar petróleo", como nos decían de pequeños y armas un texto en el que cada frase tiene una gran fuerza. Por otro lado, me encantan este tipo de textos que surgen a partir de una metáfora que se convierte en realidad. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno el micro, y de argumento tan disparatado como el que emplean a diario en Guantánamo para retenerlos sin necesidad de juicio ni razones siquiera... Hemos llegado a un punto en que basta ser sospechoso para que te declaren culpable. Ridículo, ¿o debería decir espantoso?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Buen micro, me ha gustado mucho. Qué te voy a decir, los demás lo expresan mucho mejor que yo.
ResponderEliminarMuxuk
Gracias a todos por la visita y Eva, tu di lo que quieras que a mí me gusta oír tu opinión, me permitiréis que a Eva le tenga un poco de enchufe que para eso es mi hermana.
ResponderEliminarBesos
Jesus, hoy tu micro es de plena actualidad, por no decir rabiosa actualidad... y sin pasar por Guantanamera ¡qué mundo este!
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