Debo esperar, sin embargo, a que el sol ascienda en el horizonte, necesito las corrientes de aire caliente para poder alzar el vuelo.
Con las alas desplegadas, planeo hasta las montañas del Cáucaso, hasta la plataforma que como un balcón con vistas, asoma en una pared vertical. Y me poso.
Mi torpeza en el suelo lo despierta e inclino la cabeza varias veces, a modo de saludo, como cada mañana. Él, al intentar moverse, hace tintinear la cadena que lo mantiene amarrado a una roca. Me mira con más repugnancia que temor; eso duele. Su piel se muestra blanca, como un lienzo sin estrenar, no queda rastro por ningún lado de lo que ocurrió el día anterior.
Lanzo el primer picotazo. Le arranco un buen pedazo de carne del costado y todo se tiñe de rojo. Él aprieta los labios, los ojos, y sólo un gemido se le escapa. No me importa su dolor. Lo único que me preocupa es devorarle el hígado cada día. Y meto la cabeza en su herida hasta que me lo como entero, picotazo a picotazo, sin dejar nada, sin pasión ni crueldad.
Acabo antes que el día, necesito el sol para poder volar. También él necesita la noche, porque durante el sueño el hígado volverá a crecerle, deshará mi trabajo para que pueda volver a empezarlo al día siguiente. Regreso.
Por la mañana madrugo. ¿Por qué? No deberías hacer preguntas cuya respuesta prefieres ignorar. Madrugo. Qué más da.
Muy bueno, muy cruel, muy bien escrito.
ResponderEliminarBesos madrugadores.
Eso es escribir, Jesus. Sin fuegos artificiales. Has conseguido que por un momento reprochemos al encadenado esa mirada al pobre bicho.
ResponderEliminarPor otro lado, la regeneración hepática da idea de hasta qué punto rebuscas historias, escarbas, diseccionas, destripas, o sea, un asco; pero muy bien.
Abrazo admirado una vez más.
Gabriel
A mí Prometeo siempre me ha caído muy bien, por retar a los Dioses, por devolver el fuego a los hombres. Me gusta esa rebeldía. Muy buena revisión del Mito desde el punto de vista del águila encargada del castigo, lo que yo llamo los secundarios mitológicos. Como dice Propi, escrito con la solvencia y concisión que te caracterizan: con las palabras excactas y justas.
ResponderEliminarMuxuk!
A mí lo que más me atrae de esta historia, es la manera que utilizas el mito - o la forma de darle la vuelta al mito- para hablarnos de nosotros, de nuestras propias vidas, de ese levantarnos cada mañana y preguntarnos ¿Por qué?. Es un texto muy ambicioso, con un resultado excelente.
ResponderEliminarAbrazos.
Una excelente revisión del mito, pero lo que más me ha gustado es ese ir y venir eterno para comerse un hígado día tras día porque se regenera noche tras noche. Una eternidad de madrugones.
ResponderEliminar"necesito el sol para poder volar"
ResponderEliminarYa somos dos..
Qué más da, por qué madrugas si lo tienes que hacer eternamente! Me gustó mucho Jesus, muy, muy bien escrito.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy bueno, duro , pero me ha encantado la forma de describirlo. Lo he leído tres veces y me parece fantástico. Enhorabuena. Muxuk
ResponderEliminarMe encantó la revisión del mito que llevas a cabo: así, más que hablarnos de lo escabroso de la historia, te ocupas de recrear ese sentimiento de condena que supone para el águila la tarea ingente de devorar, hasta el fin de sus días, el hígado del infeliz Prometeo.
ResponderEliminarUn enfoque de lo más original, además del excelente tratamiento que le das.
Besos y enhorabuena!
Espeluznante micro. Como revisión del micro me encanta. Como juego con el lector también, porque por un momento todos le hemos tirado una piedra al pobre hombre y, además, esto es personal, lo de no preguntar lo que no quieras saber es una de mis máximas de toda la vida.
ResponderEliminarSaludillos
Un mito visto desde uno de sus protagonistas. Qué bien te desenvuelves en esos ambientes tenebrosos, doctor!!
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Excelente Jesús! No sólo por el tratamiento del mito, sino por ese tedio del ave, ese madrugar del que tiene que cumplir su labor, esa condena que le pesa en las alas.
ResponderEliminar¡Me encantó!
Saludos!
Hola Jesus:
ResponderEliminarMe negaba a ser tu comentarista número 13, pero si espero más, pronto vendrán las prisas.
El micro me aparece interesante por dos cuestiones muy concretas.
La primera es la ambición demostrada en el tema. Atreverse con uno de los castigos -o castigado- ejemplares de la Mitología Griega implica cierto trabajo previo. Trabajar con los mitos es un poco arduo porque las fuentes habituales -Graves o el Diccionario de Grimal- con frecuencia son contradictorias. No es el caso con Prometeo, aunque hay ciertas opiniones encontradas sobre si Prometeo roba el secreto del fuego o el de la luz, mejor dicho, si los dioses lo castigan por el asunto del fuego o por el de la luz.
En definitiva, el asunto del mito lo solventas con eficacia y respeto estético y eso tiene un valor.
En segundo lugar destacaría la cuestión de la focalización, no sólo por el narrador que configura, sino por cierta "humanización" del águila que narra desde el insomnio o desde el cansancio de repetir el castigo que es, también, otro tipo de condena.
DE la resolución ya hablaremos un día de estos.
xaval, por ahí va un camino interesante, hay que atreverse pero siempre dentro de la mesura griega.
un abrazo
salut
hugo
Uno es Prometeo, sin duda, pero la alimaña es Sísifo, condenada a realizar cada mañana la misma tarea, por eso se pregunta por qué madruga sin conocer nunca la respuesta.
ResponderEliminarEntre ambos, entre Prometeo y Sísifo, se encuentra una de las quiebras básicas de la civilización occidental el fracaso, una vez más, de quien quiere ayudarnos a conseguir una meta que quizás no fue ni será nunca la nuestra, la independencia y la emancipación del ser humano lejos del Paraíso.
Saludos y disculpa por entrar sin llamar, la puerta estaba abierta.
Gracias a todos por pasaros y por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo