Además me voy a chivar a mis padres, dice Laurita,
llorosa. Sé que, en el fondo, con lo presumida que es, quiere estar
guapa y oler bien y todo eso pasa por cambiar el pañal y lavarse. Ella
patalea pero he aprendido a manejarla y la aseo mientras vuelve la
cabeza a la derecha y abre los ojos, marrano, dice entre dientes.
Después le pongo su vestido favorito y acerco la silla. La siento,
aliso su falda y mientras la empujo por el pasillo le digo al oído, guarda fuerzas tesoro, que aún tienes que apagar las ochenta velas de la tarta.
Hoy es el Día Internacional de Lucha contra el Alzheimer. Este microrrelato, escrito hace dos años para participar en el concurso de la SER, es un pequeño homenaje a las personas que padecen esta cruel y devastadora enfermedad. Y a sus familiares.
ResponderEliminarLindo homenaje para una cruel enfermedad. Bravo Jesús.
ResponderEliminarUn saludo indio
Bonito homenaje, Jesus.
ResponderEliminarQuizá sea la enfermedad más cruel, despiadada y furibunda. Hoy, en un periódico, he leído un testimonio de un enfermero que trabaja en una centro para personas que sufren este mal. Decía que muchos ignoran su enfermedad, y que unos a otros se miran, de reojo, y susurran para sí "qué mal está éste". Terrible.
Abrazos.
¿Están mejor los que son conscientes de la edad que tienen y todo lo que conlleva? No sé. Supongo que como con todo tiene sus ventajas y sus desventajas. Y la peor parte para los familiares, por supuesto.
ResponderEliminarNinguna enfermedad es buena, pero ver a una persona desintegrarse en cuerpo y en mente me parece de una crueldad sin límite. Buen homenaje este que haces a enfermos y cuidadores.
ResponderEliminarBonito homenaje Je, me has hecho recordar a unas cuantas personas a las que cuidé. Gracias. Muxuk
ResponderEliminarMe pillaste, Jesús.
ResponderEliminarMe has sorprendido totalmente, esperaba algo sórdido y resulta ser un homenaje enternecedor a una situación injusta.
ResponderEliminarUn fogonazo, como siempre. Abrazos.
A mi me tocó atender a mi mamá cuando mis hijos estaban todavía muy pequeños(de pañales), así que me siento muy identificada, es tal cual como cuidar a un niño, si algún defecto tiene el micro es que es demasiado real, demasiado exacto, pero mueve! te felicito. Carolina Rangel
ResponderEliminarMuy tierno y duro porque la enfermedad no es. Los enfermos van perdiendo tantas cosas que al final no son conscientes; pero los que les rodean, los que les recuerdan como lo que fueron y llegaron a ser, los que les quieren... tiene que ser un dolor constante, lacerante y terrible. No hablo del cuidado físico a todas horas, eso es otro dolor más, que se suma al otro.
ResponderEliminarBuen micro y bien elegido el nombre: Laurita, que sugiere un niño o un bebe, contraste perfecto con el duro final.
Un homenaje repleto de ternura y sutileza. Lleva tu sello, incuestionable. Y por eso resulta tan llamativo.
ResponderEliminarBesos al doctor.
Jesus, ya te lo había leído (¿puede ser que en aquellos libritos preciosos hechos a mano de los que colgaste fotos?) y lo recuerdo como uno de los tuyos muy tuyos. Excelentísimo.
ResponderEliminarMuchos besos (musutxu bero bat ;-)
Muy buen homenaje con ese tierno susurro al oído.
ResponderEliminarSaludillos
Excelente micro, Jesus. Me sorprendió mucho porque tú además no sueles utilizar ese recurso.
ResponderEliminarUn abrazo,
PABLO GONZ
Ya lo han dicho: nos tienes engañados hasta el final, pensando joer, en qué jardín se ha metido el Jesús... Genial
ResponderEliminarLa vida es cíclica, llegamos solos, y nos vamos solos, vestimos con pañales al principio y al final, venimos sin dientes y nos vamos sin piños, aprendemos a hablar y luego desaprendemos, coleccionamos recuerdos, y se evaporan. Bonito y triste texto.
ResponderEliminar