Desde el campanario más alto de la comarca domina los
pueblos dispersos por el valle. De lejos parece una cigüeña pero sin las plumas
blancas que a éstas les otorgan respetabilidad y elegancia. Sólo destaca en su
negrura un gran pico rojo con el que crotora por la noche, tras lo cual se
queda muy tiesa y escucha al valle, lo que el eco le devuelve. Después, como un
oráculo que anticipa el porvenir, cierra los ojos un segundo y alza el vuelo, en
busca del origen del sonido.
Su vuelo es circular, silencioso, sólo la delata el batir de
alas que la ayuda a frenar para posarse. Tal vez si fuera mortal prestaría más
atención a las maniobras de los del pueblo que, cuando la sienten acercarse,
cuando perciben la breve brisa de muerte que trae su aleteo, se encierran en
sus casas y cenan reunidos, abrazan a sus hijos y los consuelan, cada uno
convencido de la inocencia de sus pequeños.
Porque a la mañana siguiente, cuando los niños salen de casa
para ir al colegio, a bañarse al río, o a acompañar a padre y madre a realizar
las tareas del campo, la cigüeña negra los sobrevuela, encuentra al error del
que el eco le habló por la noche y lo pinza con su pico por el pantalón, la
camisa o los pelos si es necesario para llevárselo volando, de vuelta, al lugar
de donde nunca debió salir.
Y el pueblo queda triste unos días, sólo unos días, que
después se pasa todo.
Esta pieza contiene en sí tres historias. La que nos cuentas, la que pasó y todas aquellas que transcurren en los otros pueblos. Nos narras una y dejas que imaginemos dos más, completando el tríptico. Genial.
ResponderEliminarAbrazos.
Cagüen Blogger! Esta entrada estaba programada para mañana pero bueno...
ResponderEliminarGracias, Agus, surgió a raíz de la propuesta de una revista de colaborar en un bestiario.
Abrazos
Espeluznante aleteo de sombras.
ResponderEliminarMuy bueno Jesus. Fiel a tu estilo. Y muy original.
ResponderEliminarImposible resistirme a dejar un comentario.
Un abrazo.
Fabiana Calderari
Extraordinario, sobretodo la frase final, es como un reproche, no importa lo fea de la tragedia siempre la olvidamos.
ResponderEliminarCarolina Rangel
Qué bueno Jesus. Me ha encantado de principio a fin. El hecho de que la cigüeña que se lleva a los niños sea negra convierte a este micro en el negativo de una fotografía. Estupendo.
ResponderEliminarFantástico, Jesús. Me ha encantado la forma de cerrar el texto en esa última frase. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Impecable! Me encanta ;-)
ResponderEliminarEspeluznante este vuelo de cigüeña negra llevándose niños errados. Ahora me explico porque veo tanto buitre sobrevolar mi pueblo, ¡eran cigüeñas negras! jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Realmente bueno, tiene poderosas imágenes que se quedan dentro y ese final que dice y no cuenta queda en manos del lector.
ResponderEliminarBesitos
No lo entiendo. Pero es inquietante y te atrapa desde las primeras frases.
ResponderEliminar"Encuentra el error", qué forma de decirlo. Y las madres creen que sus hijos son inocentes. Esa cigüeña en negativo, con sus plumas negras y sus vuelos circulares, tiene algo de ángel exterminador. Y el suave reproche final, el olvido sobrevolando incluso por encima de la cigüeña negra... muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por la visita y los comentarios. Me alegro de que os haya gustado.
ResponderEliminarAbrazos
Estupenda historia, Jesús. De paso he aprendido la palabra "crotorar", que no la tenía registrada. Un abrazo
ResponderEliminarYo también la aprendí escribiéndolo, Juan. Me alegro de que te gustara el pajarito.
ResponderEliminarAbrazos
Duro trabajo el de esta cigüeña y muy bueno tu micro.
ResponderEliminarUn saludo, Jesús.
Gracias, Torcuato, por la visita y el comentario. Me alegra que te gustara.
ResponderEliminarAbrazos
!La madre que los parió, qué bueno es!
ResponderEliminarGracias, Norberto, me alegra mucho que te guste!
ResponderEliminarVaya micro, terrorífico, muy tuyo, pero me ha gustado. Lo he leído varías veces, y sólo puedo decir que genial, me pone los pelos de punta. Muxuk
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