Toda mi vida guardada en cajas de cartón; la ropa gastada, los libros de páginas sobadas y amarillentas, los platos supervivientes de decenas de vajillas y las copas en las que he disfrutado tanto del buen vino. Las paredes tan desnudas y el olor a silencio.
Finalizo mi recorrido por la casa y llego al salón donde aguardan un par de primos lejanos, mi amigo Felipe y Marta, que por más que lo pienso no sé qué demonios hace aquí. Sin más ceremonias me acuesto en la caja de pino que han comprado con lo poco que me quedaba en el banco y cruzo las manos sobre el pecho, que siempre queda más elegante.
Finalizo mi recorrido por la casa y llego al salón donde aguardan un par de primos lejanos, mi amigo Felipe y Marta, que por más que lo pienso no sé qué demonios hace aquí. Sin más ceremonias me acuesto en la caja de pino que han comprado con lo poco que me quedaba en el banco y cruzo las manos sobre el pecho, que siempre queda más elegante.
Así es Jesus, actitud.
ResponderEliminarYo quizá hubiera dicho unas palabras, breves, a modo de despedida, pero ya está. Y hala, a otra cosa, mariposa.
Abrazos.
Una pieza muy medida y sagaz. Con esa crítica soterrada a los desahucios cada vez más habituales y esa referencia a la pobreza creciente que nos asuela. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos
Me dejó sin palabras. Mi más sentido pésame y enhorabuena, como siempre.
ResponderEliminarElegante, sin duda.
ResponderEliminarVaya, una historia que me gustaría haber escrito yo. Preocúpese, que no sé si es buena o mala señal...
EliminarUn abrazo, amigo,
D.
Excelente, sobre todo por esa primera frase- "toda mi vida guardada en cajas de cartón"- que da sentido a todo el micro.
ResponderEliminarEsa última frase, "que siempre queda más elegante", lo cierra de lujo, mitigando el guantazo que acabas de dar al lector, dándole ese punto cómico. Me gustó. Un abrazo.
ResponderEliminarA mi todo me parece lógico, haya palabras de despedida a no; creo que lo veo más en plan "flema británica". Lo que realmente me come la moral y me llena de dudas es ¿qué puñetas van a hacer los primos lejanos con las cajas? No se me ocurre nada, y qué mosqueo.
ResponderEliminarMe gustan las historias del trasmundo, Jesús y esta -en concreto- me parece brillante. He disfrutado con la preocupación del personaje por lo que queda tras de sí, y por la presencia inexplicable de Marta.
ResponderEliminarEl cierre, para enmarcar.
Un saludo,
Qué maravilla el vuelco que da, Jesús. Y, es verdad, qué elegante. Ahora, Marta no tenía por qué venir si tampoco habría sido bien recibida en vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cajas y cajas... Es curioso ese paseó previo a la partida. Y suscribo lo dicho por los demás. Broche final de los que se agradecen.
ResponderEliminarEs genial. Sobre todo me ha encantado ese final en el que él mismo se guarda en su propia caja. Tal vez para no dar trabajo a los demás.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Abrazos voladores.
Qué bueno Jesus, me has dejado con la boca abierta. Un beso.
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