Ciudad no está preparada para algo
así. Y no es que Ciudad peque de blanda. En Ciudad los asesinos hacen horas
extra para que cada mañana, mientras desayunas, cuando extiendes sobre la
tostada la mermelada de fresa, el locutor de la radio te cuente los crímenes
cometidos, te hable de los cuchillos que han rajado gargantas y de las balas
que han reventado pechos. Aún no has pisado la calle cuando, en Ciudad, los
ladrones ya ocupan sus despachos y han ordenado que tu sueldo baje, tus
impuestos suban y el pan, la leche y el tocino sean más caros, escasos y
difíciles de encontrar. No, no es el problema de Ciudad la dureza. Y, sin
embargo, sigo pensando que no está preparada para algo así. Aunque pueda
soportar que los mendigos mueran en la calle ateridos de frío, que los niños
flacos pidan en los semáforos a cambio de unas pocas monedas para que sus
mayores no los maten a palos, que las bandas juveniles jueguen a ser
traficantes y se maten en las esquinas por un palmo de terreno o que las putas vendan
su carne a cambio de un plato que poner sobre la mesa. Ni siquiera.
El problema de Ciudad son los perros,
flacos y apaleados, perros que, desde los barrios más miserables, desde
verdaderos agujeros de inmundicia, han comenzado a aullar cada noche y, pronto,
nada ni nadie los podrá parar.
¡Cuánto se parece Ciudad a nuestra realidad! Debe ser que en todas las latitudes el problema reside en los perros flacos comidos por las pulgas. Algunos, incluso, tienen la desfachatez de aullar. No sé que más querrán, estos perros.
ResponderEliminarAcabo de escribir un divertimento que no es que tenga mucho que ver con tu texto pero el final sí es muy parecido. Hoy mismo. Muchacho, tenemos un problema ;-)
ResponderEliminarPor cierto, qué largos te ha salido éste, ¿verdad?, jejeje.
Un abrazo,
D.
Sí que tenemos un problema, David: la realidad. Y tienes razón, he dudado si dividirlo en tres partes y hacer una trilogía, pero era demasiado trabajo para un 1 de agosto.
ResponderEliminarAbrazos
Y los ladrones de Ciudad, siguen tan felices y contentos, ignorando que uno o dos perros, podrían tornarse en jauría...
ResponderEliminarMejor se daña, Jesus
Un abrazo
Tu Ciudad, casi rayando lo apocalíptico, está muy cerca de la mía, y de la de él, y de la de ella. Ciudades en crisis que puede que no soporten tanta miseria. Personas que comenzarán a agotar sus recursos hasta aullar de desencanto.
ResponderEliminarCreo que las revoluciones pueden iniciarse en una Ciudad como la tuya ...pero puede que haya demasiadas... ciudades idénticas.
Me gusta la condensación del texto en un sólo cuerpo. Creo que fragmentarlo hubiese sido un error.
¡Triste crisis esta que nos acompaña!
Tan triste ....como tu breve relato.
Un abrazo.
El final es de pelillos de punta y no por emotivo por puro miedo que consigues transmitir, no hace falta más que esa frase. Sobrevivir, y que los perros salgan ya muestra sin decirlo cómo estás las cosas en Ciudad.
ResponderEliminarMuachs
Bueno Jesus, después de mucho tiempo te voy a hacer una pequeña observación, algo que a mi modo de ver chirría un poco con el resto de la pieza, que es soberbia. Este es el fragmento que me hace reflexionar:
ResponderEliminar"los ladrones ya ocupan sus despachos y han ordenado que tu sueldo baje, tus impuestos suban y el pan, la leche y el tocino sean más caros, escasos y difíciles de encontrar".
Esta formulación, esta imagen de los políticos, en esos mismos términos, está en la calle ahora, está en boca de cualquiera, está demasiado conectada con la actualidad. Entonces, eso, para mí, genera tres problemas:
1) Por un lado provoca que se desplace el foco de una manera muy brusca, porque la ambientación de Ciudad tiene un aire mítico y sórdido (quería decir mítico-sórdido, pero la expresión es terrible) y esa referencia tan explícita a un tema de actualidad candente me saca de la imagen que se estaba creando en mi cabeza con ese inicio tan poderoso y descarnado, y me remite a los personajillos de tres al cuarto que nos gobiernan. Me voy de lo literario a lo real/actual.
2)Relacionado con lo anterior, veo una voluntad de denuncia demasiado explícita, lo cual, para mí, resta fuerza a la crítica, precisamente por eso, por ser demasiado evidente.
3) Te he dicho que esa manera de caracterizar a los políticos como ladrones y hacer referencia a la bajada de sueldo está en boca de todo el mundo hoy día. Casi todo el mundo, repito, habla más o menos en esos términos. Claro, tú no eres todo el mundo. Tú eres escritor (escritorazo, además) y no puedes decir lo que dice todo el mundo de la forma que lo dice todo el mundo (bueno, ahora estoy pontificando sobre algo que ya sabes de sobras).
Lo que quiero decir es que ese fragmento no me acaba de encajar -porque le falta distanciarse, porque quizás le falta alumbrar la figura del político desde otra perspectiva- con el resto del microrrelato, que construye escenas literarias de enorme fuerza: esos cuchillos que han rajado gargantas y las pistolas que han reventado pechos, esas putas que venden su carne a cambio de poner su plato sobre la mesa, esos niños que piden en los semáforos para que no los muelan a palos en casa, y esa imagen tremenda de los perros aullando. Todas ésas son imágenes construidas a partir de una estilización o deformación con respecto a su modelo, estilzación y deformación a través de un uso singular del lenguaje (lo que Pablo Gonz llama la "invención del idioma") y de un uso particular de la perspectiva. Eso es lo que diferencia a los escritores de quienes no lo son: la capacidad para abordar los mismos temas de siempre desde un enfoque singular que los ilumine de otra manera, desde un tratamiento que permita ver nuevas aristas.
Y fíjate la parrafada que te suelto para una única objeción que encuentro en un micro que por lo demás me parece estupendo.
Un abrazo, señor.
Qué imagen, Jesús, más tremenda. Toda la que pintas al principio en Ciudad, y luego con el aullido de fondo de los perros.
ResponderEliminarMi madre siempre decía que no era bueno que un perro aullara de noche. Si lo hacía es porque estaba anunciando una muerte. No soportaba que lo hicieran.
Un abrazo más.
El problema son los perros porque han empezado a aullar, pero será peor cuando empiecen también a hacerlo los hombres, cuando descubrán que eso es lo único que pueden hacer ellos.
ResponderEliminarBuen breve, que no justifica que se parta en tres, en absoluto, no hay obligación de hacer de toda narración un micro. Coincido plenamente con la observación de Ivan Teruel.
ResponderEliminarY leve objeción final en: "nada ni nadie los podrá parar.", por "nada ni nadie podrá pararlos".
En breve te llamará maestro, de momento falta un poquito,
Pequeño saltamontes.
Un Esnaola, por supuesto, pero con un notable incremento en la reflexión de la prosa. Y me explico: está tu impulso primario (a mí me parece que esto podría reconocerlo cualquiera de tus lectores) pero hay además un trabajo más concentrado, una valoración del peso de cada palabra, de su posibl efecto en el lector. Hay, en definitiva, más arte. Lo cual es positivo siempre y cuando se conserve funcionando el impulso primario. Si no, se cae en el manierismo, que es el principio de la corrupción del sistema expresivo.
ResponderEliminarY ya me voy, disculpa por lo farragoso, espero que se me entienda.
Un fuerte abrazo,
P
Al finalizar la lectura del micro me queda un sabor agridulce.
ResponderEliminarDulce, toda vez que disfruto de cómo trazas la construcción narrativa, Jesús, sin trampas, con un lenguaje medido, connotativo en relación al material que conforma la trama.
Agrio, por la pincelada de realidad tan cercan que nos deja y que se queda pegada al lector.
Un abrazo,
Un micro de terror puro. El comienzo es como de leyenda, pero no, no es eso está hablando de la cruda realidad. Has creado una fotografía fantástica.
ResponderEliminarBesitos
hola Jesus:
ResponderEliminarhe leído y repasado el texto un par de veces y aunque en general es un texto que apunta bien, narrado con solvencia en cuanto a los objetivos que se proponen desde el inicio, hay algunos aspectos que quizá necesitarían de algún ajuste; en ese sentido comparto en líneas generales la observación que te hace Iván.
ahora bien, te hare sólo dos apuntes -para no extenderme y no me castiguen los epígonos de la brevedad brevísima-, por una parte está la cuestión de la carga y descarga alegórica; Ciudad no es la primera vez que aparece por aquí y no sólo supone un espacio ideal, pero concreto, sino un sitio que convoca todo un mundo de contradicciones y conflictos; Ciudad, pues, se hace con una carga alegórica que inmediatamente se convierte en su razón de ser y cuya descarga no es moco de pavo, hay que buscar distancia retórica e irónica, cómo mínimo, ahora bien, en tu caso, si el planteo es más o menos "apocalítico" en principio no hay porqué alterar esa dinámica -aunque correctamente habría que hablar de "escatología", entendida como se tendría que entender siempre, como "finalización" temporal, espacial, moral, etc etc.- ¿chirría lo que te señala Iván respecto a los políticos? pienso que sí, pero por otra parte -y esto es lo segundo que quería señalarte- también cierto exceso en la presentación naturalista de los niños, las bandas, las putas, etc. que, a la postre, entorpecen la descarga alegórica y esa media distancia que pienso hay que conservar siempre y que te la da la composición y las máscaras de los recursos retóricos que te ayudan a mostrar ocultando.
la presencia de los perros como amenaza me parece un acierto como cierre del texto y conecta con las atmósferas de barbarie con que presentas a Ciudad, con esa deriva de la ley de la selva que convierten o pueden convertir a Ciudad en una sucesión de metáforas -en alegoría- de un final de los tiempos
vuelvo a repetirte que el texto está bien por todo lo que apunta y aunque para mi hay algún desajuste -observación personal e intrasnferible- esos perros proporcionan un cierre interesante.
vale y no me extiendo más,
no abandones Ciudad como espacio y como existencia, me parece un hallazgo válido,
salut,
hugo
Muchas gracias, Hugo, por compartir tu opinión conmigo. No pensé, al principio, lo que me comentaba Iván y sobre lo que hay consenso. Y creo que tiene razón, aunque no era mi intención hablar de banqueros en concreto sino de poderosos en general en contraposición a los perros. Pero sí que dudé en la segunda observación que me haces, esa enumeración naturalista me resultaba a mí mismo un tanto obvia y carente de fuerza, apañada pero débil.
EliminarMicro que se va al cajón para revisar de aquí a unos meses. Desde luego así da gusto colgar textos, os repito mi agradecimiento.
Un abrazo para todos aunque sea aprovechando esta respuesta a Hugo.
Abrazos
Ojalá los perros consigan lo que buscan, yo sigo aullando a media noche por si acaso sirve para algo, pero al final los aullidos se confundirán con todo lo demás y aunque Ciudad no estuviera preparada, el roce hace el cariño.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho aunque creo que Iván tiene razón, tú no eres tan obvio...
Abrazos
Tremendo y deprimente, este verano he estado un poco desaparecida del ordenado, pero vuelvo. Un beso.
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