Ordenaron
colocarle una venda en los ojos y lo sentaron a la mesa frente a tres
jóvenes encapuchados y una copa llena delante de cada uno. El hombre olió el
contenido de cada copa, dio un sorbo, masticó el líquido y escupió en un cubo
que tenía a sus pies.
Dudó.
Frunció el ceño mientras mordía disimuladamente el interior de su
labio inferior para probar su propia sangre y volvió a sorber de la
segunda copa antes de alzarla con certeza. El joven cuya esencia
resultó ganadora fue retirado del salón para engrosar la bodega
personal del príncipe mientras la Corte, en pleno frenesí,
dejaba exangües, en unos minutos, a los otros dos desgraciados.
Confieso que lo corregí tantas veces que no estoy seguro de si fue éste el que envié. En todo caso, si no lo fue, era muy parecido.
ResponderEliminarMe alegra saber que no soy la única que corrige y corrige y al final envía a concurso la quimera.
ResponderEliminarEl sabor de la sangre es único.
Saludos
Muy bueno. Sólo me chirría "exanguinaba".
ResponderEliminarCada vez que leo el texto nyeeeec, me chirría.
¿Le faltará aceite?
Besos
Corregí cuánto se te antoje. Festejo tu retorno. Saludos cordiales.
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