Son muchos los que, desde Ciudad, se acercan a Olvido por la feria anual de ganado. Vienen con sus flamantes coches, que dejan en la campa del tío Rogelio, con sus ropas de domingo y sus niños ruidosos que no han visto un animal de granja más que en el televisor y disfrutan imitando e incordiando a ovejas, vacas, cerdos y gallinas.
Las mujeres, con los zapatos de tacón enterrados en el suelo sin asfaltar, dan órdenes y dirigen a sus maridos de puesto en puesto para que compren hortalizas frescas, embutidos, quesos curados y dulces caseros.
Pero el verdadero jaleo se organiza alrededor del puesto que cada año ponen las Hijas de la Caridad. Por lo preciado de la mercancía pero, sobre todo, por la escasez de los últimos años que ha hecho que la carne se subaste al mejor postor. La parte más codiciada son los muslitos y, tras una breve puja, la pieza es adjudicada. Sor Inés coge al bebé de los pies, lo pone boca abajo y con un rápido movimiento del brazo, desgaja la pierna del pequeño que sor María envuelve antes de que todo se ponga perdido de sangre.
Las mujeres, con los zapatos de tacón enterrados en el suelo sin asfaltar, dan órdenes y dirigen a sus maridos de puesto en puesto para que compren hortalizas frescas, embutidos, quesos curados y dulces caseros.
Pero el verdadero jaleo se organiza alrededor del puesto que cada año ponen las Hijas de la Caridad. Por lo preciado de la mercancía pero, sobre todo, por la escasez de los últimos años que ha hecho que la carne se subaste al mejor postor. La parte más codiciada son los muslitos y, tras una breve puja, la pieza es adjudicada. Sor Inés coge al bebé de los pies, lo pone boca abajo y con un rápido movimiento del brazo, desgaja la pierna del pequeño que sor María envuelve antes de que todo se ponga perdido de sangre.
Jesús, una feria muy peculiar, con esas hijas de la Caridad en el "Olvido", y que espero que sigan olvidadas por mucho tiempo.
ResponderEliminarQue la fe mueva montañas está muy bien, pero que bajo sus doctrinas pueda organizarse tal jaleo ... mejor ser agnóstico.
Me ha gustado un montón, has reunido un buen clima para esta atrocidad provocada por la escasez que sufrimos. Un abrazo.
Intuyo que la elección de los términos Hijas de la Caridad y Olvido no son casualidad.
ResponderEliminarEn nombre de la fe, en nombre de la caridad, de alguna manera, hubo un tiempo en que ellas, con el consentimiento cuando no ayuda de ellos, tuvieron el privilegio y libertad de quitar aquí y dar allí.
Yo prefiero que no caigan en el olvido, y que paguen las consecuencias de sus actos. Y aquí en vida. La otra, para los que crean.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Yo creía que solo se vendían a tanto la pieza, enteritos, vivitos y coleando, pero ahora veo que también se venden a trozos. Bagh, todo está en venta, ya... Abrazos ansiosos de lluvia.
ResponderEliminarMe gusta mucho cuando deformas la realidad, la noticia, como si fuera un cuadro de Goya y nos muestras esos "sueños de la razón", esos "monstruos".
ResponderEliminarEl título, y ahora me desligo de la pieza en sí, me hace pensar en la noticia real, en la cantidad de casos que parece que hay, y en la sola imputación de una monja. ¿Y el resto? "La feria del olvido", como bien dices.
Abrazos, me alegra verte de nuevo por aquí.
Gran texto. Por cierto no muy alejado de la realidad.
ResponderEliminarUn saludo.
Menudo regreso, lo mejor? Que esto es solo el principio, un montón de historias por descubrir de esos dos nuevos lugares.
ResponderEliminarMuxuk
En semejante feria, no resultaría extraño que al cierre se queme alguna bruja...
ResponderEliminarExcelente microrrelato que me llevó de la realidad a la "irrealidad" casi real. Valga el lío de palabras.
Un saludo.
Este texto va describiendo, poco a poco hasta el bestial desenlace final, hacia donde se dirige la sociedad deshumanizada en la que vivimos.
ResponderEliminarBuen texto
Un saludo
Después de varias lecturas -y sometida la emoción del reencuentro- sigo pensando que este texto es un embudo, una especie de remolino que se inicia con Ciudad y con Olvido, en un círculo lento y amplio; y que termina, vertiginoso y certero en una única palabra. Desgaja.
ResponderEliminarAbrazo
Gabriel
Cómo me gusta, Gabriel, que te hayas quedado con esa palabra: desgaja.
EliminarUn gusto volver a leerte, Jesus.
ResponderEliminarAbrazo fuerte,
P
Duele ver la alegría con que esas monjas menesterosas reparten muslitos, convencidas hasta ayer mismo de que sólo hacían el bien.
ResponderEliminarAbrazos, Jesus
Claro hay que envolver (cubrir) antes que todo se ponga perdido en sangre no? La sangre siempre delatora. Excelente Jesús! Me encantó leer uno nuevo.
ResponderEliminarCarolina Rangel
Joder con el final, y con las de la caridad... Estas son las mismas que los robaban? A lo mejor eran algunos para el deguace, como hacen algunas mafias con los coches...
ResponderEliminarVaya, vaya con las monjas, con Jesús...
Me pregunto por qué escasean cada vez más los muslitos, será que se les están acabando por su voracidad. Me gusta el título y como transormas las historia para ponerla encima del mantel de hilo y puntilla.
ResponderEliminarAbrazos y bienvingut!