Interrumpen
las fiestas el miércoles de carrera, como ellos lo llaman, para
acercarse al bosque que limita al pueblo por el este. Se quedan
observándolo para decidir hacia dónde se mueve. Si llegan a la
conclusión de que el bosque se aproxima al pueblo, se alegran y
después van a celebrarlo. Si, por el contrario, el bosque ha
iniciado una lenta pero decidida retirada, los del pueblo se lamentan
y van a beber, esta vez para olvidar su tristeza. Y, por la noche,
hay disturbios. Sea cual sea la actitud del bosque que algunos ven
quieto, donde siempre.
Me gusta el juego que haces, el pueblo permanece quieto, estático, con sus costumbres. Y es el bosque el que se supone que se mueve, pero solo es una excusa más para hacer lo mismo. Como con todo, diría yo.
ResponderEliminarUn abrazo
Y el juego del título y que también haya quien lo vea quieto. Un montón de juegos, como dices, y bien hilvanados. Con lo difícil que es dar con uno solo bueno. En fin, un texto redondo para mi gusto.
EliminarUn abrazo,
D.
Deben apreciar su bosque.
ResponderEliminarMuchos otros ya lo han perdido.
Se apatizan por inactivos.
Que hagan crecer el bosque.
Que aprendan silvicultura.
Luego pasaremos a visitarlos.
Pero brevemente.
Hasta donde sean soportables.